Sin duda un tema en el cual cada quien puede pensar de manera muy diferente, en base a su educación, a sus vivencias y experiencias en materia financiera, es un tema muy amplio para analizar y con muchas vertientes.
Yo quiero darle una perspectiva en cuanto a estratos de edades, ya que es necesario diferenciar ciertos aspectos.
Desde muy pequeños aprendemos a hacer asociaciones con lo que vamos conociendo, el contexto interviene mucho en la construcción de una perspectiva que gobernará nuestro futuro en todos los aspectos importantes a lo largo de los años. Nuestros padres nos dan ejemplos y patrones a seguir todo el tiempo, en un inicio, aprendemos a imitar, es lo único que podemos hacer, ya que no tenemos un juicio propio desarrollado, ni un adecuado criterio, mismo que con el paso de los años, y poco a poco afinamos y personalizamos.
Luego, comenzamos a tomar decisiones en base a lo aprendido, es aquí donde empieza nuestro verdadero camino: podemos comenzar a construir un modelo, mismo que guiará el éxito de nuestras metas financieras personales. Si bien no hay una educación financiera obligatoria a nivel básico, no significa que no podamos adquirirla a través de muchos medios y herramientas que tenemos a nuestro alcance.
En la infancia, por medio del uso de juegos, dinámicas divertidas que incluyan interacción con los números, el uso de colores y de alcancías atractivas se empieza a inculcar el ahorro, es difícil porque somos muy pequeños, pero no es imposible, empezar a sembrar la idea de educación financiera saludable. Luego, en la adolescencia, se empiezan a definir objetivos más concretos pero simples, cómo el ahorrar para poder ir al cine, comprar una bicicleta o incluso para poder regalar un detalle bonito a un ser querido en una fecha especial, todo esto va fomentando el tener metas que requieren recursos financieros para lograrse.
Después de esto, a partir de los 18 años y hasta los 55 aproximadamente, en la plena edad laboralmente activa, se tienen metas más específicas que demandan no sólo el tener un recurso económico, sino que igual hay que definir plazos de tiempo específicos e instrumentos para poder lograr dichas metas, tales cómo contar con un fondo de emergencias, tener dinero para bienes materiales deseados, pagar todo tipo de preparación profesional, costear viajes, gustos y sueños personales y por supuesto contar con un plan personal de retiro, ninguna meta es menos o más importante que la otra, pero sin duda todo esto requiere de una buena planeación financiera para poder llevarse a cabo.
Cada persona tiene diferentes sueños y tiempos para hacerlos realidad, pero es necesario entender que necesitamos solucionar poco a poco los contratiempos que puedan presentarse en el lapso. Después de los 55 años de edad, si se siguieron todos estos puntos no se debería de tener preocupación financiera más allá de ayudar a nuestra familia y/o seres queridos, seguir construyendo el retiro laboral deseado, seguir viajando, y en general disfrutar cada día de nuestras vidas.
Creer que hay una edad para comenzar a ahorrar, es el primer error.
Nosotros no nacemos con un tiempo específico para empezar a caminar o hablar, simplemente sucede, un día sin pensarlo, lo hacemos, unos tardamos más que otros y algunos parece que nacieron con la experiencia, pero así es el ser humano. Hay que entender que el empezar a ahorrar, cuanto antes es mejor, ya que debe formar parte de una disciplina en nuestro día a día, sólo así lograremos tener paz, tranquilidad, libertad financiera y poder disfrutar el día a día en lugar de preocuparnos por lo que no deberíamos.