Avance, avance,… no hay nada que ver aquí

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¡No lea lo siguiente!

Tome su función de producción favorita, considere los factores necesarios: tristeza, añoranza, olvido, ensoñación, … e inserte lo que encuentre de un poeta, ante la escasez de éste sustituya por cualquier cereal, no importa si su origen es transgénico. El resultado planeado puede ser distinto del obtenido: tiempo a perder, tedio, hastío, indiferencia, hartazgo u otro. Examine si su función cumple con los sentimientos crecientes, decrecientes o constantes a escala. Introduzca en una botella de vidrio reciclado, lance al mar, o a internet, si lo coloca en un sobre no escriba destinatario ni remitente. Considérese un empresario de riesgo o uno innovador, un aventurero. Será afortunado si lo enviado es intercambiado por un suspiro, un bostezo, o un gesto de desdén, no espere dinero. Reduzca, reutilice, recicle, y reescriba estas palabras para que la próxima ocasión siga la instrucción inicial.

Sólo personal autorizado (con o sin corbata) 

“Lo pequeño es hermoso: un estudio de la economía donde lo importante es la gente ” de Ernst Friedrich Schumacher (1973) es una obra donde se reclama nuestro culto al crecimiento económico, en el cual se avasalla al hombre, en esas páginas se escribe sobre las denominadas tecnologías intermedias.

Gabriel Zaid (1981) al reflexionar sobre las tecnologías intermedias (entendida como aquella aplicada a empresas pequeñas en comunidades rurales o bien cuyo mercado está dirigido a compradores con bajos recursos económicos, basada en tecnologías industriales maduras, con uso intensivo de mano de obra, la cual produce bienes agropecuarios o manufactureros) indica que “Desgraciadamente, casi toda la literatura sobre estos temas está centrada en el diseño de herramientas, aparatos, procesos, etcétera. Los otros elementos diseñables de la oferta: definición del paquete comercial ofrecido (qué incluye y qué no incluye), formas de distribución, servicios, garantías, precios, condiciones de pago, etcétera, quedan en la penumbra.”

Zaid ejemplifica cómo podemos resolver dificultades económico-técnicas a través de los elementos diseñables de la oferta: Ya que los pobres no pueden comprar un gran tractor, se podría recurrir a una solución técnica: diseñar un tractor de bajo caballaje. En tanto que una solución desde los elementos diseñables de la oferta sería:

  • Compartir el tractor, gracias a una empresa de servicios de maquila
  • Organizar una cooperativa
  • Organizar una arrendadora de equipo
  • Organizar un servicio de información que ponga en contacto a oferentes y demandantes de tractores en renta para conocer sobre la disponibilidad y necesidad de equipo.

Existen diferentes definiciones como tecnología adecuada, intermedia, social, tecnología nativa o indígena, reductora o innovadora en costos, innovación a la China o innovación a la India, de naturaleza frugal; la diferencia entre ellas es en cual elemento a atender se pone atención. En este caso lo más adecuado es hablar de los otros elementos diseñables de la oferta, los cuales están más allá de las cuestiones técnicas, relacionadas con la eficiencia (cumplir el propósito bajo un criterio de optimalidad: mínimo costo, mínimo tiempo, máximo rendimiento) y con la efectividad (medición cuantitativa de lo conseguido en función de los recursos, del tiempo, de las oportunidades).

El ejemplo más claro que puedo referirles de otros elementos diseñables de la oferta para México es el de médico-farmacia de las identificadas como Farmacias Similares, que combinan una consulta médica de bajo costo, atención rápida en la cual son recetados medicamentos genéricos de bajo costo a adquirir en la farmacia aledaña. Además, cuenta con el servicio adicional de análisis clínicos y un centro de salud emocional que hace de esta empresa un modelo de negocio integral.

Con base en los elementos diseñables de la oferta, una propuesta para nuestro contexto referente al sector comercial (ya no sólo al agropecuario o al industrial), es atender a las tienditas de la esquina, las cuales han enfrentado desde hace años dificultades muy severas por la competencia de centros comerciales y el reciente desarrollo del comercio electrónico. Esas tienditas no suelen recibir los vales de despensa, los cuales ya no son en papel, sino en tarjeta; así, debería diseñarse una aplicación o una terminal bancaria de bajo costo, como caso de tecnología intermedia, para que en ellas se reciba esta forma de pago y otras basadas en tarjetas de débito y crédito, para apoyar a este segmento de la economía.

Esto no sólo es una cuestión tecnológica o de elementos diseñables, también involucra a los oferentes, quienes deben recibir una capacitación para hacer uso de estos dispositivos. La tecnología en otros sectores ya es madura, sólo debe alcanzar un nuevo segmento de mercado.

Si usted a llegado a este punto, es claro que sabe leer pero no seguir instrucciones; de nada sirve la siguiente advertencia.

Ingrese bajo su propio riesgo 

Zaid, G. (1981). El progreso improductivo. México: Siglo XXI, 387 pp. 

Schumacher, E. F. (1973). Lo pequeño es hermoso: un estudio de la economía donde lo importante es la gente. En:

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